Es muy habitual llegar al parque y encontrarse con gente tirando la pelota a su perro. Nos han hecho creer que en el paseo hemos de cansar al perro, pero para que un paseo sea de calidad, basta con dejar que el perro olfatee y explore a su ritmo, permitiéndole que sea perro, que salude a los perros que se cruce, que juegue con alguno si le apetece, que huela los sitios por los que pasa y no forzarlo nunca a hacer actividad física. Si tiene la oportunidad de ir un rato sin correa, él mismo se autorregulará su necesidad de actividad física.

Cuando le lanzamos una pelota para que la vaya a buscar, estamos activando su instinto de caza. Ellos ven la pelota en movimiento como una presa y su cuerpo se prepara para la acción. Se empiezan a segregar las hormonas del estrés que tardan pocos minutos en aparecer pero tardan días en desaparecer. Por lo tanto, cada vez que lanzamos la pelota, estamos generando más hormonas que se irán acumulando en el cuerpo y tardarán varios días en reducirse. 

Esto hará, que el perro se encuentre con unos niveles de adrenalina muy altos que se manifestarán mediante la excitación. Por este motivo, cuando jugamos a la pelota con nuestro perro, éste llega a casa todavía más excitado y con ganas de seguir jugando, al contrario de lo que desearíamos. Además, el juego continuo con pelota genera adicción a ella. Se ve en muchos perros que sólo llegar al parque ya están pidiendo la pelota y son incapaces de hacer otra cosa o jugar con otros perros.

Es un problema muy grave, ya que estos perros tienen unos niveles de estrés muy elevados que pueden dar como resultado cualquier problema emocional o de comportamiento, incluso acabar presentando alguna estereotipia.

Puede dar la impresión de que al perro le gusta jugar con la pelota, pero realmente el perro está sufriendo una adicción, e igual que cuando alguien es adicto a algo no pensamos que le gusta, sino que tiene un problema y hemos de ayudarlo, hemos de hacer lo mismo con los perros. Les hemos de ayudar a que dejen de necesitar jugar a la pelota y puedan volver a tener una buena salud mental y emocional.

Y vosotros, ¿sois también de los que juegan a tirar la pelota a vuestro perro para que corra a buscarla? No os preocupéis, yo también jugaba antes a la pelota por ignorancia, pero siempre se está a tiempo para cambiar. Para ello, recomiendo cortar de raíz. Al principio, seguro que le costará y seguirá pidiendo la pelota, como pasa también en los humanos con cualquier adicción, pero con el tiempo, a medida que sus niveles hormonales disminuyan, la necesitará cada vez menos y se encontrará mejor a nivel mental. 

No pasa nada si un día vais a la playa y os apetece tirarle la pelota un par de veces. El problema viene cuando se la tiramos más veces y sin parar. Sin embargo, no creo que sea un juego necesario, prefiero evitarlo. En todo caso, preferiría tirarle un palo que no tiene tanto movimiento, y que no sean más de cinco veces en solo alguna ocasión.

Os recomiendo que recojáis todas las pelotas que tengáis por casa y las guardéis bien. Pero no os deshagáis de ellas, porque podéis preparar un juego de olfato en el que las necesitaremos.

Si tenéis en casa algún molde de magdalenas de plástico, metal… o cualquier objeto parecido, podéis poner trozos de comida en cada agujero y taparlos con pelotas. Le ofrecéis el juego a vuestro perro y dejáis que busque la manera de llegar a la comida escondida, sin ayudarlo y sin ninguna orden. Con este juego, el perro tendrá que pensar y utilizar el olfato, lo que le ayudará a cansarse mentalmente y a relajarse. Cuando haya conseguido comerse todos los trozos, podemos recoger de nuevo las pelotas y guardarlas.

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